Cosas mías...

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martes, julio 24, 2007

No tenemos la culpa




No, no tenemos la culpa. La alcaldesa de Alfacar nos quiere hacer culpables de la falta de agua en el municipio y yo le contesto que no, que los vecinos no tenemos la culpa. La sra. alcaldesa ha tenido la real desfachatez de invadir el pueblo con carteles anunciando el disparate de que hará públicos los consumos de agua de sus cuidadanos y que los expondrá en el consistorio (como si de una exposición se tratase) para que sus vecinos "saquen conclusiones" y ver quién es solidario y quién no, y pasarse ya de paso por la entr... perdón, eludiendo la ley sobre protección de datos personales. Yo le contesto a su ilustrísima que los sufridores de su ayuntamiento, es decir, sus vecinos, no tenemos la culpa. Conozco Alfacar desde los cinco años. Llevo 35 viendo cómo se va destruyendo el pueblo a fuerza de decisiones nefastas de sus dirigentes. He visto tirar millones de litros de agua a la alcantarilla para la limpieza de la afamada Fuente Grande. He visto cómo se han despilfarrado descomunales cantidades de agua, ladera abajo, en la carretera que une Viznar con Alfacar por no limpiar la acequia con la frecuencia necesaria. He visto más y más construcciones y más y más piscinas autorizadas por el ayuntamiento aun a sabiendas de que éste no tiene agua, que no quiere decir que en Alfacar no haya agua. Alfacar tiene mucha agua, pero no su ayuntamiento, que por su histórica negligencia ha visto volar los derechos sobre el preciado líquido hacia Jun y Viznar, propietarios ambos de la mayoría del agua que brota a sus pies. Compraron agua cuando Alfacar se reía de ellos. No, no voy a ceder a su presión para dejar de regar mi jardín. El jardín que de pequeño yo mismo sembré junto a mi hermano y junto a mis padres, el mismo jardín cuyos hoy frondosos árboles, algunos de más de 15 metros de altura, dan sombra a las cenizas de mi padre. No, no voy a dejar de regar mis rosales, nis mis geráneos, ni mis margaritas. Los seguiré regando con la dedicación y la entrega que siempre he profesado a mi jardín, que es mi vida y la de los míos y no lo dejaré morir. Seguiré cerrando el grifo cuando me lave los dientes, o cuando me enjabone mientras me ducho, pero mi jardín y yo somos uno desde hace 35 años, y no permitiré que apatías y prepotencias gubernamentales lastren más mi vida. Yo, por mi parte, reciclo toda la basura que generamos en casa. Separo botellas, latas, periódicos, plásticos y tengo mi propia compostera con los restos orgánicos. Apago las luces que no necesito y creo que ejerzo un consumo responsable. Es mi pequeña aportación contra el desenfreno del cambio climático que ya se nos viene encima. Así sra. alcaldesa, no me haga sentir culpable de sus errores o las de sus predecesores, pues ni yo ni mis vecinos tenemos la culpa.